"No deja de ser asombroso que en nuestra sociedad hayamos llegado a un punto en el que el esfuerzo necesario para extraer crudo del subsuelo, enviarlo a una refinería, convertirlo en plástico y darle la forma apropiada, para luego transportarlo a una tienda, que alguien lo compre y se lo lleve a casa se considera menor que el esfuerzo necesario para simplemente lavar la cuchara cuando has acabado con ella."Algo está pasando. No nos damos cuenta de que el mundo que nos rodea, el que hemos construido, no es sostenible.
Solo si volvemos a darnos cuenta de lo que es importante y secundario, de qué valores son los esenciales, podremos encontrar de nuevo el camino.
Una simple cuchara nos puede dar hoy una lección.
En esta época del usar y tirar y de la "obsolescencia programada", el planeta nos está mandando mensajes. Es una llamada a la sensatez.
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