Hoy en clase de matemáticas estábamos explicando las potencias y raíces. En un momento dado, antes de explicar un apartado sobre propiedades de las potencias (multiplicación y división de potencias del mismo exponente, y potencia de una potencia), les he pedido a los chicos que, por parejas, leyeran el contenido en el libro de texto y se lo explicaran unos a otros: entendieran la teoría, inventaran ejemplos, hicieran algún ejercicio, se resolvieran dudas unos a otros.
Y no parar hasta no estar seguros de que ambos miembros de la pareja lo entendían bien.
Hemos generado con ello interdependencia positiva de identidad (sentirse parte de un equipo), interdependencia de fines (tener un objetivo común), desarrollando habilidades sociales (compromiso con el otro), realizando un esfuerzo para una expresión oral correcta (tengo que buscar bien mis palabras, puesto que el otro me tiene que entender), una participación equitativa y horizontal (igualdad de roles), y una interacción simultánea (diálogo, contraste de pareceres).
Hemos hecho un a modo de "mejor entre todos". Ha sido un rato lindo. Algo muy sencillo, una brizna metodológica. Aunque, como tenemos 12 años, hacemos algo de ruido. Tolerable. No queremos volver a lo de siempre, y por eso colaboramos.
Nos ha faltado la parte final de esta estructura de trabajo cooperativo: contar a otros miembros de otros equipos los resultados de los ejercicios y cómo los hemos hecho, para al final entre todos, tener la mejor solución posible, y la más completa.
@fjmontero
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