A veces tengo la sensación de que mis alumnos deben odiarme o temerme cuando les propongo un trabajo nuevo. Porque les supone cambiar continuamente el chip, hacer muchas cosas a la vez, incorporar diferentes herramientas y reflexionar sobre su trabajo. Les pido incorporar cosas rarísimas como nubes de palabras, evidencias de su trabajo, rúbricas de evaluación, pensar en su entorno personal de aprendizaje (PLE's, muy de moda últimamente en el mundo educativo-pedagógico), añadir mapas conceptuales, y, últimamente, mapas mentales. Estas dos últimas herramientas no las he pedido esta vez, pero ya están incorporadas al siguiente trabajo, es que no me puedo contener.
Rodrigo's likes. Muestra muy bien cómo es él. |
El caso es que esta vez les he pedido que hagan un portfolio de lo trabajado hasta ahora en el curso (en este documento, que últimamente he retocado para incorporar el PLE, les daba pautas y explicaciones sobre los portafolios, y también les dí algún ejemplo del año pasado, para que no partieran de cero), y buena parte de ellos no me han defraudado, como vais a poder comprobar a continuación.
Les pido "retratarse" un poco en cuanto a cómo son y cómo han trabajado, sus dudas, sus dificultades con las tareas, con los compañeros... Deben ser creativos, argumentar lo que han hecho en el curso, evaluarse a sí mismos. Y les doy mucha, mucha libertad en cuanto a los formatos y a veces también en los contenidos, como algunos de ellos reconocen en sus trabajos. La mayor parte de ellos me han entregado Prezis o PowerPoints, aunque también ha habido algún que otro Glogster y algún vídeo hecho con Movie Maker.
Muchos de mis alumnos me devuelven más de lo que pido, qué afortunado soy.